Cultura

Las Coplas de Benito. Lola Flores

María Dolores Flores Ruiz

(Jerez de la Frontera, 1923 – La Moraleja, Alcobendas, Madrid, 1995)

Mujer adelantada a su tiempo y con un escenario esperándole siempre. Artista de cuna, e hija de Pedro Flores, tabernero, y de Rosario Ruiz, costurera; y hermana de Manuel, nacido en 1933 y fallecido en 1949, a los dieciséis años de edad, y de Carmen, nacida en 1936 y artista reconocida más que en España, en Argentina, donde es tan considerada como Lola en España; va a ser conocida en sus inicios como Lolita Flores ‘Petite Imperio’ y Lolita Flores ‘Imperio de Jerez’, por la admiración que siempre manifiesta profesar a la genial Pastora Imperio. En América le imponen el sobrenombre de ‘La Faraona’, y en España va ser bautizada como ‘Lola de España’, apelativo con el que Lola se siente plenamente identificada y que supone después el título de una de sus canciones emblemáticas:

Yo soy la Lola, señores.
La Lola que usted espera.
Con traje o bata de cola,
Yo soy la Lola, señores,
De Jerez de la Frontera. 

                            Pemán - Román

Sus compositores fetiche van a ser Quintero, León y Quiroga, entre otros. Sus dos parejas más importantes en el plano artístico van a ser, primero Manolo Caracol, iniciando entre 1944 y 1951, juntos una de sus etapas más fructíferas y populares, además de vivir un apasionado y turbulento romance; y Antonio González ‘El Pescadilla’, con quien desde 1957 hasta los primeros años setenta inicia otra brillante etapa artística. Lola estará por encima de las modas musicales, incluso interpretando un rap en 1990.

En cuanto al cine, la racial, incombustible e inconmensurable artista se asoma a la gran pantalla en los inicios de la posguerra. “Martingala” (1940) de Fernando Mignoni, en una película donde interpreta un breve papel de gitanilla. Después llega “Un alto en el camino” (1941) de Julián Torremocha.

En 1941 graba sus dos primeras canciones, las bulerías “Pescaero” y las “Cuatro sevillanas de baile” (Tenorio – Monreal). Dos años después va a conocer el éxito musical mayúsculo, cuando en el desaparecido Teatro Fontalba de Madrid interpreta “El Lerele” (Monreal), incluido en el espectáculo “Cabalgata” (1943), tema que Lola hubo de interpretar hasta cinco veces y que se convierte en ese momento en el número principal del espectáculo. Con los años, Lola llamaría así, “El Lerele”, a su casa de La Moraleja.

Misterio en la marisma” (1943) de Claudio de la Torre, la devuelve al cine. Le sigue “Una herencia en París” (1944) que dirige realizador mexicano Miguel Pereyra.

Unida profesionalmente a Manolo Caracol desde 1944, el nombre de Lola figura delante del Manolo Caracol en los carteles de sus espectáculos, como ella se encarga de poner de manifiesto al reunirse con él por primera vez para proponerle trabajar juntos. Ambos intervienen en un filme de corte folclórico y surrealista, “Embrujo” (1947) de Carlos Serrano de Osma. Lola tiene en ese momento veinticuatro años y Manolo treinta y ocho. Siguen “La niña de La venta” (1951), de Ramón Torrado, concebida para el lucimiento de la pareja Flores-Caracol; “Estrella de Sierra Morena” (1952) con casi todo el elenco técnico y actoral de la producción anterior dirigida por Torrado.

Al año siguiente, Lola se convierte en la artista-estrella del productor gallego Cesáreo González, con quien firma aquel famoso contrato de seis millones de pesetas de la época para intervenir en seis películas para su productora Suevia Films. La primera de las mismas es “Reportaje” (1953), de Emilio Fernández; le sigue la coproducción hispano-mexicana “Pena, penita, pena” (1953), de Miguel Morayta, y vehículo de lucimiento para Lola junto al artista charro Luis Aguilar. A su regreso a España participa en “La danza de los deseos” (1954) dirigida por Florián Rey, haciendo frente a su primer papel dramático. El mismo año llega “Morena Clara” (1954) de Luis Lucia, basada en la comedia de Antonio Quintero y Pascual Guillén. Y sigue “La hermana Alegría” (1954), también de Luis Lucia. De las composiciones musicales que escuchamos en esta película, sobresale especialmente una de ellas, la inmortal “La Zarzamora”. Lola Flores interviene varios filmes en 1955. Del siguiente año data “Sueños de oro” (1956), de Miguel Zacarías, modesta producción folclórica con canciones españolas y charras. Sigue “Mari Cruz” (1956), también de Miguel Zacarías.

Lola, en todos estos años, no deja de grabar canciones y discos, sobre todo para la casa Belter, la más famosa e importante de la época.

El año en que contrae matrimonio en la Basílica de El Escorial en Madrid, con Antonio González ‘El Pescadilla’, rueda “Las de Caín” (1957), de Antonio Momplet, basada en la obra teatral de los Álvarez Quintero. Este mismo año, el escritor y dramaturgo, José María Pemán le dedica aquel verso de sobra conocido:
 

Torbellino de colores,
No hay en el mundo una flor,
Que el viento mueva mejor,
Que se mueve Lola Flores.

                   José María Pemán

Desde el mismo momento en que contraen matrimonio, la tan comentada en aquellos momentos pareja formada por Lola Flores y Antonio González, va a servir como reclamo en varias películas en las que van a intervenir juntos. La primera de ellas es la nueva versión de “María de la O” (1958), de Ramón Torrado. Después, “Venta de Vargas” (1958), de Enrique Cahen Salaberry. La pareja cruza entonces el charco. Otra coproducción entre la industria española y azteca es “Échame a mí la culpa” (1958), dirigida por Fernando Cortés.

Una de las películas más conocidas de la filmografía de Lola es “El balcón de la luna” (1962), de Luis Saslavsky. De todos es conocida la anécdota de colocar los nombres de sus protagonistas en forma de aspa. Lola se luce, entre otras canciones con “A tu vera” (Quintero – León - Quiroga), un tema que ya no podrá quitar de su repertorio. Sigue rodando otras películas hasta que llega “La gitana y el charro” (1963) de Gilberto Martínez Solares, cuenta en su haber el ser la primera película donde actúa la hija mayor del matrimonio González-Flores, Lolita. Más adelante, la pareja participa “El taxi de los conflictos” (1969) y “Una señora estupenda” (1967) de Eugenio Martín supone otra coproducción hispano-mexicana. Años después es la protagonista principal de “Casa Flora” (1972), de Ramón Torrado y con música de Gregorio García Segura. Tarda desde entonces en volver al cine. Lo hace con al ópera prima de su director, “Truhanes” (1983), de Miguel Hermoso, junto a los veteranos Paco Rabal y Arturo Fernández. Ese mismo año, Lola Flores encarna a la reina Isabel de Castilla en la extravagante “Juana la Loca, de vez en cuando” (1983), de José Ramón Larraz, junto a Fernán Gómez y López Vázquez y los veteranos actores especializados en el género cómico Ángel de Andrés y Quique Camoiras. Por su parte, “Los invitados” (1986), nuevamente a las órdenes de Miguel Hermoso, retrata el conocido como “crimen de Los Galindos”.

Tras el homenaje que sus compañeros de profesión le rinden en Miami en 1991, su última incursión en la gran pantalla la supone el documental “Sevillanas” (1993) de Carlos Saura, donde baila unas sevillanas rocieras con el don innato de su temperamento. Después viene el homenaje que le tributa el público español en 1994.

Lola también escribe letras, canciones y poemas con ayuda de algunos compositores o su hija mayor. También recita, sobre todo, a Lorca. Pinta. Pero, sobre todo, ama y vive.

Contrae matrimonio eclesiástico en 1957 con el guitarrista Antonio González Batista ‘El Pescadilla’. Se convierten en padres en 1958 con Lolita, a quien sigue Antonio en 1961 y en 1963, Rosario. Los tres se convierten, cada uno en su momento, en reconocidos artistas, siendo la primogénita la más internacional. Antonio fallece en 1995, a los treinta y tres años de edad. Sus hijas y hermana continúan con su legado. Dos de sus nietas, Elena y Alba, son actrices. Lola, hija de Rosario, trabaja tras las cámaras. Guillermo, es músico. La saga continúa. Lola, como todo ser humano,   tiene sus luces y sombras. Nada que no se haya dicho ya. Eterna es y será.

Benito Martínez del Baño
Periodista y escritor 

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