El sábado 10 de septiembre el escritor mexicano Eduardo Ruiz Sosa estará en Murcia para presentar, a la prensa y al público, El libro de nuestras ausencias, su esperadísima y ya muy elogiada nueva novela. Estos serán los datos de la presentación pública:

Ser la cuarta estación de un viaje muy ilusionante hacia el sur, donde en siete ciudades (Valencia, Alicante, Murcia, Málaga, Granada, Sevilla y Córdoba) presentaremos esta excepcional y sobrecogedora novela, que es el resultado de una prolongada obsesión y de casi 15 años de escritura y reescritura. Será la tercera visita de Eduardo Ruiz Sosa a la Región de Murcia (en 2014 presentó, en Murcia y Cartagena Anatomía de la memoria y en 2019, Cuántos de los tuyos han muerto).

Tras el profundo impacto de Anatomía de la memoria, una novela de culto para muchos lectores y sin duda una obra maestra de la literatura latinoamericana contemporánea, Eduardo Ruiz Sosa cartografía de nuevo las emociones íntimas de un país gangrenado por la violencia, reformulando -desde su personalísimo estilo, tan hipnótico, poético, trepidante, lleno de símbolos- la literatura política, y huyendo siempre de la simplificación, lo localista o lo coyuntural. El libro de nuestras ausencias es, entre otras muchas cosas, un relato sobre las desapariciones en México (más de 100.000, según el registro oficial), sobre las fosas clandestinas en el desierto y la sierra, en el que sobre todo se pone el acento en el peso de las ausencias, especialmente en las mujeres que buscan a sus hijos, a sus esposos, a sus hermanos: las llamadas “rastreadoras”.

Con el teatro como centro y eje estructural, la novela se inicia con la historia de Orsina, una actriz que al enfermar gravemente, es apartada de los amigos que durante años había sido su familia electiva. Teoría Ponce y Róldenas, hermanos herederos de una imprenta en bancarrota, se proponen encontrarla y, durante la búsqueda descubren el atroz mundo de los desaparecidos. Dos personajes históricos atraviesan El libro de nuestras ausencias: Julia Pastrana, considerada en su época “la mujer más fea del mundo” (y exhibida como un monstruo en numerosos circos de América y Europa) y José de Gálvez, Visitador General de la Nueva España, responsable de una serie de masacres en el noroeste de México. Ambos personajes vinculan el presente y el pasado de un territorio aquejado por la violencia y la locura.