DATOS Y CITAS.
Cortesía de Carlosmesa.com:20 Mayo 2010
En mayo del 2010, durante la visita para contemplar la Síndone de la ciudad de Turín, tuve la ocasión de acercarme hasta el Museo Egipcio, donde se esconde uno de los mayores objetos que no deberían estar ahí de la arqueología, el Canon Real o Papiro de Turín.
Este papiro de escritura hierática se encuentra cerca de la entrada al museo, nada más entrar a mano izquierda, escondido detrás de una vitrina y que pasa desapercibido a los visitantes, más interesados en la búsqueda de momias o esculturas que les asombren.
Datado en la época de Ramsés II, ¿Qué tiene de especial que lo convierte en un objeto imposible? Pues bien, el texto menciona los nombres de los faraones que reinaron Egipto, pero también los dioses que les precedieron, los semidioses, y los seguidores de Horus. Esta lista no es conmemorativa de ningún faraón, con lo que contiene los nombres reales de todos sus gobernantes, incluyendo los faraones menores y los usurpadores. Y ahí es donde radica la cuestión, pues tomándola como válida, ¿quiénes eran estos dioses que gobernaron Egipto y que son anteriores a la dinastía I?
El papiro es de 170 centímetros de largo y 40 de ancho, y está roto en 160 fragmentos que, afortunadamente, se han podido recomponer conformando la lista mencionada. Descubierto en 1822, por Bernardino Drovetti, el que fuera cónsul de Egipto, cerca de la ciudad de Luxor, fue donado al Museo Egipcio de Turín en pésimas condiciones; aunque se sabe que en su descubrimiento estaba prácticamente intacto. Giulio Farina reconstruyó el documento y lo selló entre dos hojas de vidrio en 1938, que es como puede verse hoy en día. No sería hasta 1959 que Gardiner, que se hizo famoso por recopilar todos los jeroglíficos egipcios y publicar su gramática, cuando éste transcribiría lo que decía y hacía públicas estas revelaciones.
Parece que el Papiro contiene los nombres de unos 300 monarcas en orden cronológico, incluyendo la duración de sus reinados en años, meses y días, lo cual convierte al Canon Real de Turín en un documento de gran importancia a la hora de establecer una cronología para el Antiguo Egipto.
La lista de reyes del Canon Real de Turín comienza con los dioses que según las creencias de los antiguos egipcios gobernaron Egipto al principio. Y aquí es donde radica el problema para los egiptólogos, pues aseguran que esto es mitología y sólo dan por cierta la cronología a partir de la Dinastía I. ¿Por qué los dioses nunca gobernaron Egipto según los arqueólogos? No se sabe, o tal vez sí, ya que ello repercutiría en que se debiera admitir la presencia de unos dioses en la antigüedad, o tomados como tales, y ello implicaría dar por cierta la teoría de que esos seres divinos no eran precisamente de este mundo.
Al comienzo de la lista se encuentra el dios Ptah que, según la cosmogonía de Menfis, creó el mundo con el corazón y la palabra. Le sucede Ra, el dios sol creador de la vida, y después su hijo Shu, el aire, que separó el cielo (Nut) de la tierra (Geb) interponiéndose entre ambos. A Shu le sucede Geb, y después el hijo de éste, Osiris, que es asesinado por su hermano Seth.
Luego aparece Horus, el hijo póstumo de Osiris, que luchó contra Seth por el trono de Egipto. Después, el Canon Real de Turín da los nombres de otros tres dioses: Thot, Maat y un Horus cuyo nombre se ha perdido. Aquí hay que tener en cuenta el papel de Maat, que es la diosa del orden, la justicia, y la verdad, y al mismo tiempo un concepto abstracto de difícil definición en la actualidad.
Después aparecen otros nueve dioses, que son los que se encargan de la transición entre un gobierno de dioses a otro de humanos. Estos dioses son los bau de Buto (Pe) e Hierakómpolis (Nekhen), los cuales representan a los gobernantes del norte y del sur durante el Periodo Predinástico (anterior al 3000 a.C.). Estos dioses en conjunto forman los bau de Heliópolis y se relacionan con Horus, el dios de la realeza. Es importante señalar que Buto e Hierakómpolis eran las capitales predinásticas del Bajo y Alto Egipto respectivamente. Después vienen los Shemsu Hor (Seguidores de Horus), los cuales podrían ser los reyes predinásticos, pero aún no está claro. Los Seguidores de Horus se representan con cuerpos celestes, con forma de discos alados, y con armaduras impropias de su época.
Después de esta lista de dioses, el Canon Real de Turín comienza con los reyes humanos, siendo el primero de ellos Menes, primer rey de la I Dinastía, el primer Rey del Alto y Bajo Egipto, esto es, del Egipto unificado. Su nombre aparece dos veces, uno con un determinativo para “humano” y el otro para “divino”.
Los reyes y sus reinados se suceden hasta llegar a la Dinastía XVII, donde se corta la cronología. El papiro también incluye a reyes del Primer Periodo Intermedio (Dinastías VII a XI, 2181-2055 a.C.), sobre todo de la segunda mitad del mismo, cuando se produjeron los enfrentamientos entre los reyes Hera-cleopolitanos y tebanos por el poder; con el cual se hizo finalmente el tebano Mentuhotep II, iniciando el Imperio Medio (2055-1773 a.C.). Aún así, se ha perdido valiosa información referente a la Dinastía XI; aunque recientemente han aparecido los trozos extraviados en el Museo Egipcio y se espera recomponer el papiro en breve, con una nueva traducción de textos y reyes que hasta ahora se consideraban perdidos.
Al contrario de lo que ocurría con las listas reales vistas, el Canon Real de Turín sí que incluye a los odiados gobernantes hiksos del Segundo Periodo Intermedio (1773-1550 a.C., dinastías XIII a XVII, siendo las dinastías hiksas la XV y la XVI), aunque añadiendo a sus nombres el determinativo de “extranjero”. El término de “hiksos” viene de la expresión egipcia “heqau khasut”, es decir, “gobernantes de los países extranjeros”, el cual se aplicaba a los gobernantes asiáticos. Evidentemente, el motivo de la inclusión de los hiksos en el Canon Real de Turín es que no era una lista real destinada al culto a los reyes predecesores de un faraón como las de Abidos o Karnak, como ya hemos citado con anterioridad, lo cual le da más veracidad a la lista de dioses gobernantes como tal, y no producto de una fantasía mitológica.
El Papiro de Turín, curiosamente, coincide con otras fuentes apócrifas que paso a enunciar.
La Piedra de Palermo se trata de la mitad de una enorme losa de diorita negra, que originalmente debía medir aproximadamente unos 2 metros de longitud y 60 centimetros de altura, y que actualmente se puede contemplar en el Museo de Palermo, aunque en realidad existen 7 fragmentos en total distribuidos por diferentes museos del mundo. El documento, en escritura jeroglífica, da cuenta de 120 reyes predinásticos que reinaron antes de que existiera oficialmente la civilización egipcia. De nuevo aparecen los nombres de los misteriosos dioses y semidioses engrosando las genealogías reales egipcias.
Otro apócrifo para la egiptología sería algunas de las incorrecciones que dicen ellos que cometió Manetón en sus crónicas de Egipto.
Manetón fue un sacerdote egipcio de Heliópolis que vivió en el siglo III a. C., durante los reinados de Ptolomeo I y II, poco tiempo después del historiador babilónico Beroso, siendo ambos casi contemporáneos. Las cronologías que detalló Manetón encajan perfectamente con el Papiro de Turín y la Piedra de Palermo.
Manetón escribió “La Historia de Egipto” en 3 volúmenes o tomos, que en realidad ya no existen y no podemos leer en su fuente original. Pero nos han llegado fragmentos recogidos por distintos autores. Por un lado, las citas de Flabio Josefo (siglo I d. C.); y por otro, los escritos de los llamados “padres” (autores relacionados con la Iglesia), como Julio Africano (siglo III d. C.), Eusebio de Cesarea (siglo IV d. C.), y Sincelo, conocido como Jorge el Monje (siglo IX d. C.).
Pues bien, según recoge Eusebio, una dinastía de dioses reinó en Egipto durante 13.900 años: el primer dios fue Vulcano, el dios descubridor del fuego, después el Sol, Sosis, Saturno, Isis y Osiris, Tifón hermano de Osiris, y Horus hijo de Isis y Osiris. A estos, siguieron dinastías de semidioses que reinaron durante 11.025 años, lo que hace un total de 24.925 años. A partir de ese tiempo, aproximadamente sobre el 3.000 a. C. reinaría el primer faraón, Menes o Narmer.
Según transmite Sincelo (Jorge el Monje), desde las Crónicas de Manetón, seis dinastías de dioses reinaron durante 11.985 años. De nuevo aparecen: Hefesto dios del fuego, Helios o Sol, Agatodemon, Cronos o Saturno, Isis y Osiris y Tifón hermano de Osiris. Los primeros 9 semidioses que cita Sincelo son Horus (hijo de Isis y Osiris), Ares, Anubis, Heracles, Apolo, Amón, Titoes, Sosus, y Zeus, abarcando entre estos 9 semidioses un periodo de unos 2.645 años aproximadamente en el reinado en Egipto. A continuación, siguen sucediéndose dinastías de semidioses, y seguidores de Horus, abarcando entre todos ellos miles de años de reinados en Egipto, en unas cifras similares a las que establece Eusebio. Y todo esto, antes de que empezara a reinar en Egipto el primer faraón según la Historia oficial.
Hay pequeñas diferencias entre las cronologías de Eusebio y Sincelo, pero ambas básicamente son muy similares. Por ejemplo, Sincelo cataloga a Horus como el primero de los semidioses, mientras que Eusebio lo nombra como el último de los dioses.
Si todos estos reyes hubieran sido figuras inventadas o mitológicas, probablemente no se hubieran hecho constar la duración de sus reinados en cifras tan exactas, sino que simplemente se habrían presentado esos períodos como espacios de tiempo indefinidos. ¿Por qué si no, se data con tanta precisión en los cómputos la duración de los reinados de estos dioses y semidioses? ¿Existieron realmente? ¿Y por qué los historiadores y la arqueología se niegan a aceptarlos como reales y sí lo hacen con los faraones a partir de la Dinastía I? ¿Acaso no tienen el mismo derecho?
Julio Africano volvió a referirse a los dioses, los semidioses, héroes y “espíritus”. Detalla que después del Diluvio, la primera casa real egipcia tuvo 8 reyes, el primero de los cuales fue Menes de Tis, que reinó durante 62 años. Fue arrollado por un hipopótamo (Eusebio precisa que era un dios en forma de hipopótamo) y pereció.
No podemos olvidar el importante testimonio de Diodoro de Sicilia, un famoso historiador griego del siglo I a. C., que empleó 30 años en escribir una Historia Universal, para lo cual visitó todos los lugares y monumentos que mencionó. En Egipto fue ilustrado por los sacerdotes y eruditos egipcios de aquella época, y no dudó en escribir que los primeros monarcas del país del Nilo reinaban desde hacía 23.000 años. Otra vez asomaban dioses y semidioses en la cronología de Egipto, en un tiempo en el que todavía no reinaban los seres humanos.
Concluyendo con la posibilidad de que estos dioses y semidioses hubieran gobernando Egipto mucho antes de las dinastías conocidas, ¿quiénes eran estos dioses? ¿De dónde llegaron? ¿Fueron ellos los constructores de los más grandes monumentos de la antigüedad? Esa es la pregunta que deberíamos hacernos ante las evidencias de las transcripciones de los textos del Canon Real de Turín, la Piedra de Palermo, o las Crónicas de Manetón, en lugar de intentar negar su existencia, achacándolas de fantasías de sus autores o mitologías heredadas, sólo porque no encajan en las cronologías del tiempo.
CONCLUSIONES:
Quiero resaltar el dato curioso de que el papiro descubierto en 1822, por Bernardino Drovetti, el que fuera cónsul de Egipto, cerca de la ciudad de Luxor y que fue donado al Museo Egipcio de Turín en pésimas condiciones; aunque se sabe que en su descubrimiento estaba prácticamente intacto. Hayan aparecido recientemente de forma misteriosa, después de casi cien años el resto de trozos del papiro.
En la información aportada se dice que: Este papiro de escritura hierática se encuentra cerca de la entrada al museo, nada más entrar a mano izquierda, escondido detrás de una vitrina y que pasa desapercibido a los visitantes, más interesados en la búsqueda de momias o esculturas que les asombren. Datado en la época de Ramsés II, ¿Qué tiene de especial que lo convierte en un objeto imposible? Pues bien, el texto menciona los nombres de los faraones que reinaron Egipto, pero también los dioses que les precedieron, los semidioses, y los seguidores de Horus. Esta lista no es conmemorativa de ningún faraón, con lo que supuestamente contiene los nombres reales de todos sus gobernantes, incluyendo los faraones menores y los usurpadores. Y ahí es donde radica la cuestión, pues tomándola como válida, ¿quiénes eran estos dioses que gobernaron Egipto y que son anteriores a la dinastía I?
Vamos a ver: En primer lugar los papiros no tienen nada que ver con la cultura de los verdaderos constructores, ya que estos tenían una tecnología que tal vez esté un millón de años por delante de la nuestra. Toda la escritura de los verdaderos constructores está en los muros de esos templos y se genero al mismo tiempo que los relieves y los propios templos, con esa tecnología de ablandamiento de rocas y generación de formas.
En segundo lugar no se explica ni se entiende de donde ha podido salir la retahíla de dioses y semidioses, así como sus nombres y su cronología.
Porque vamos a ver una vez más: Todos los templos y pirámides de Egipto, al igual que todo este tipo de construcciones enigmáticas y anacrónicas que están por todo el mundo y que todos sabemos cuáles son; están sin terminar de construir. Lo que quiere decir, que todas se estaban construyendo al mismo tiempo. Y también quiere decir en todas ellas se abortó la construcción en el mismo instante; y esto como ya hemos visto en anteriores capítulos ocurrió en todo este planeta. Por lo tanto si esos “templos” jamás fueron terminados de construir, difícilmente pudieron haber sido utilizados como templos, entre otras cosas porque no son templos.
Y por tanto jamás pudieron haber dinastías de faraones. Todo es una invención de la egiptología en este caso, para incorporar esas enigmáticas construcciones a su historia, pero eso no tiene nada que ver con la realidad.
Si nos fijamos en los supuestos templos; no están acondicionados para que en ellos vivan los sacerdotes, ya que no hay habitaciones, no servicios, ni cocinas, ni espacios interiores para celebraciones. Ni tampoco hay sistema alguno de iluminación de interiores.
¿Y los faraones donde vivían? En los supuestos templos no, desde luego. ¿Entonces? Alrededor de estos supuestos templos no está la ciudad que se genero estos supuestos templos. ¡Solo están los templos en mitad del desierto a lo largo del río Nilo!
En la famosa sala de los ancestros del templo de Seti I, donde supuestamente se dice lo mismo que en el famoso papiro; en esta sala donde están los dos murales, en los que según la egiptología en uno de ellos Seti I le dice a su hijo Ramses II: Mira hijo esta es la lista de los reyes que gobernaron Egipto; desde Menes hasta el propio Seti I., unos 3.000 años antes de Cristo.
Y en ese momento le egiptología cierra los ojos y no ve el mural de enfrente que está en la misma habitación. En el que se supone está la lista de los Dioses y semidioses que gobernaron Egipto antes que Menes y abarca un periodo de unos 30.000 años. Esto nos da una idea de la credibilidad de la egiptología que de una forma descarada niega una realidad incuestionable que ella misma ha creado, al asegurar que los jeroglíficos están traducidos, solo porque no encaja en su cronología.
¡Pero es que además! Este periodo de 30.000 años tampoco existió; ni los nombres ni la cronología, ya que esos supuestos templos no solo están sin terminar de construir. Sino que fueron inutilizados por los verdaderos constructores arrojando una tormenta de rayos sobre ellos. Y la prueba está en todas las columnas y muros de los templos en forma de daños eléctricos, que la egiptología ha tenido a bien borrar echando cemento encima, para supuestamente arreglar esos desperfectos y haciendo desaparecer esas pruebas de incalculable valor.
También en la información aportada se dice que: No sería hasta 1959 que Gardiner, que se hizo famoso por recopilar todos los jeroglíficos egipcios y publicar su gramática, cuando éste transcribiría lo que decía y hacía públicas estas revelaciones. Parece que el Papiro contiene los nombres de unos 300 monarcas en orden cronológico, incluyendo la duración de sus reinados en años, meses y días, lo cual convierte al Canon Real de Turín en un documento de gran importancia a la hora de establecer una cronología para el Antiguo Egipto.
Los datos son cortesía de wikipedia.
La lista de Gardiner es una clasificación de los jeroglíficos egipcios en 26 subgrupos que el egiptólogo británico Alan Gardiner realizó en su Gramática de la lengua egipcia. Estos subgrupos suman 743 jeroglíficos más veinte variantes, y se consideran de obligada referencia en el estudio de los jeroglíficos del Antiguo Egipto. Gardiner solo listó las formas más comunes, ya que el número total superaba los 6000 en el periodo greco-romano, aunque en épocas anteriores se usaban menos de mil (unos 750 durante el Imperio Medio).
¡Pero vamos a ver! Teniendo en cuenta que los jeroglíficos egipcios no están traducidos. Tal como se vio en los capítulos correspondientes a la piedra roseta, ¿Cómo se las arreglo Alan Gardiner para confeccionar esa lista, que supuestamente contiene los nombres de unos 300 monarcas en orden cronológico, incluyendo la duración de sus reinados en años, meses y días?
Los jeroglíficos egipcios no están traducidos ya que Champollion vio en 1822 copias de las breves inscripciones jeroglíficas y griegas del obelisco de Filé, en el que el aventurero y egiptólogo británico William John Bankes, había “señalado tentativamente” los nombres «Ptolomeo» y «Kleopatra» en ambos idiomas, a partir de lo cual Champollion identificó los caracteres fonéticos «k l e o p a t r a».
Sobre esta base y la de los nombres extranjeros en la Piedra de Rosetta construyó rápidamente un alfabeto de caracteres jeroglíficos fonéticos que aparecen, escritos de su puño y letra en la célebre carta enviada a fines de 1822 para Bon-Joseph Dacier, secretario de la Academia de las inscripciones y lenguas antiguas, e inmediatamente publicada por la Academia.
((Es decir: Champolion se guio por las breves inscripciones jeroglíficas y griegas del obelisco de Filé. En el que el aventurero y egiptólogo británico, William John Bankes había “señalado tentativamente”. Es decir: El aventurero británico dijo; ---En estas inscripciones jeroglíficas pone los nombres de Ptolomeo y Kleopatra, en ambos idiomas--- ¡Así por las buenas! Ya que no podía asegurarlo pues precisamente se estaba tratando de descifrar esos jeroglíficos. Entonces Champollion dijo: ---Si este aventurero ha descifrado los jeroglíficos egipcios, que precisamente yo y más eruditos estamos tratando de descifrar y dice que hay pone Ptolomeo y Kleopatra, en ambos idiomas, lo doy por bueno y a partir de aquí descifro los jeroglíficos… Ciertamente esto sugiere muy poca credibilidad. ¡Mejor dicho esto es un fraude monumental!))
Porque vamos a ver: ¿Cómo podía saber el aventurero y egiptólogo británico William John Bankes que en esas inscripciones del obelisco de Filé ponía los nombres de «Ptolomeo» y «Kleopatra». Si precisamente estaban tratando de traducir esas inscripciones jeroglíficas. Solo pudo “señalarlas tentativamente” y Champollion las dio por buenas sin ningún motivo ni prueba, siendo plenamente consciente que estaba cometiendo un fraude.
Rafael Alfonso Alfaro García