Cultura

Mahler y Shostakóvich se dejan seducir por Vladimir Jurowski y la London Philharmonic Orchestra

Sus sinfonías más destacadas de la mano de Ibermúsica el 27 y 28 de noviembre

Dos de las mejores sinfonías de Mahler y Shostakóvich, las números 5 y 11, respectivamente, forman la parte esencial de los conciertos que Ibermúsica, dentro de las celebraciones de su 50 aniversario, ha programado para el 27 y 28 de noviembre en la Sala Sinfónica del Auditorio Nacional de Música de Madrid. Serán interpretadas nada menos que por la London Philharmonic Orchestra, bajo la dirección de Vladimir Jurowski. Además, como complementos de ambos conciertos, dos de las violinistas más destacadas del momento, Vilde Frang y Nicola Benedetti ofrecerán los dos conciertos del repertorio inglés para violín por excelencia: Britten y Elgar.

Vladimir Jurowski es sin duda uno de los directores más solicitados y dinámicos de la actualidad, aclamado en todo el mundo por su musicalidad y su compromiso artístico; y cuando sus extraordinarias dotes musicales se juntan con las de la orquesta de la que es Director Principal desde hace más de una década, una de las más renombradas orquestas internacionales, elogiada por su distinguida y extensa trayectoria, así como por su espíritu de vanguardia, el resultado es absolutamente brillante por lo que sus dos conciertos en la quincuagésima temporada de Ibermúsica se anuncian como dos veladas musicales de altura. Además, la relación de Jurowski con el repertorio contemporáneo y del siglo XX siempre ha sido muy estrecha y sus interpretaciones de la Sinfonía núm. 5 de Mahler, que interpretará en el primer concierto (27 de noviembre), han sido calificadas como sofisticadas, enérgicas y modernistas.

En la primera parte, Vilde Frang (que sustituye a Arabella Steinbacher) interpretará el Concierto para violín de Britten porque el que fue galardonada con un premio Gramophone. El jueves 28, la violinista Nicola Benedetti –que se presenta por primera vez en Ibermúsica–se une al gran binomio London Philharmonic - Jurowski para interpretar el Concierto para violín de Elgar, una obra en la que la técnica de virtuosa y de exhibición se encuentra con la intimidad confesional, que el propio compositor describió como "demasiado emocional para ser expresado con palabras". En la segunda parte, podremos disfrutar de otra de las obras que Jurowski ha dirigido con éxito en los últimos meses, la Sinfonía n. ° 11 de Shostakóvich, compuesta como una descripción musical de la Revolución Rusa y estrenada en España por Ibermúsica el 22 de abril 1985.

La historia de amor de Mahler y Alma

La Quinta Sinfonía ocupa un lugar fundamental en la producción de Mahler, es su primera sinfonía puramente instrumental desde la Primera. Escrita en 1901 y 1902, traza el desarrollo de su historia de amor con su futura esposa, Alma Schindler. La sinfonía es inusual, ya que se divide en cinco movimientos en lugar de los cuatro más tradicionales, aunque se agrupa en partes más grandes. Herbert von Karajan dijo una vez que cuando escuchas la Quinta de Mahler, “olvidas que el tiempo ha pasado. Una gran actuación de la Quinta es una experiencia transformadora. El fantástico final casi te obliga a contener la respiración.”

El famoso Adagietto (cuarto movimiento) es la carta de amor de Mahler a su nueva novia, Alma, quien no pudo asistir al estreno del trabajo debido a una enfermedad, por lo que Mahler quedó profundamente decepcionado. Es este movimiento el que se hizo famoso en la película de 1971 de Visconti, Muerte en Venecia y fue interpretada como una pieza independiente por Leonard Bernstein en el funeral de Robert Kennedy en 1968. Marcado como 'muy lento' y 'conmovedor', esta es una música de belleza inexpresable, que reduce la orquesta a arpas y cuerdas.

Bien distinta es la sinfonía número 11 de Shostakovich, compuesta en 1957 y en la que evoca los sucesos del Domingo Sangriento de 1905 en San Petersburgo, con una representación de la masacre causada por las tropas del zar en el clímax del segundo movimiento. Habían pasado más de 50 años, pero al revuelta de Budapest, el 25 de octubre de 1956, también sangrienta, influyó, esta vez en directo, en el compositor. Tiene sentido que una obra que trata esencialmente sobre el espíritu de la revolución tenga como base musical varias canciones revolucionarias, todas las cuales habrían sido extremadamente conocidas por los rusos contemporáneos. Esta era música que Shostakovich creció cantando cuando era niño, y los textos habrían sido tan familiares para su audiencia que no sintió la necesidad de articularlos con voces.

En última instancia, el debate sobre si Shostakovich está retratando el heroísmo de los rusos en 1905 o los húngaros en 1956 es irrelevante. No importa si está atacando la violencia de las tropas cosacas o la agresión de los tanques del Ejército Rojo. Lo que está claro es su evidente empatía con todos los que intentan levantarse contra la tiranía y su apasionada antipatía hacia todos los que los oprimen. Al final, Shostakovich escribe sobre emociones y estados mentales, en lugar de fechas específicas, e incluso si usa los hechos como su foco, son invariablemente símbolos de sentimientos universales. Es por eso que su música sigue siendo atemporal y actual.

Ibermúsica cumple esta temporada 50 años trayendo lo mejor de la música a España y espera seguirlo haciendo, liderado por su fundador, Alfonso Aijón. 

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