El reciente intento de salto masivo de la valla fronteriza en Melilla, que se ha saldado con varias decenas de fallecidos tras una actuación de represión durísima por parte de las autoridades migratorias, especialmente del lado de Marruecos es, en la valoración que hace Podemos-Cieza, "uno de los episodios más negros" que se han vivido en esta frontera a lo largo de toda su historia. En palabras de Maribel Aguayo, portavoz ciezana de esta formación, la extraordinaria dureza de las imágenes difundidas de violencia y graves vulneraciones de los derechos humanos por parte de la policía marroquí "interpela a las conciencias de todas las personas con un mínimo sentido humanitario", y pone en cuestión el reciente giro en la orientación política del Gobierno de España respecto a los problemas latentes en la zona del Magreb.
No es posible mirar para otro lado, y la primera derivación que debería de tener lo ocurrido sería "la puesta en marcha de una investigación independiente y rigurosa sobre los hechos, para depurar todas las responsabilidades hasta sus últimas consecuencias". En este sentido, se da desde Podemos la bienvenida a la noticia de que la Fiscalía General del Estado va a investigar estas muertes para dirimir posibles responsabilidades penales por las mismas, pero se reclama, al margen de ello, "una investigación parlamentaria para establecer las responsabilidades políticas, sin titubeos ni concesiones".
Por otra parte, Maribel Aguayo considera "muy desafortunadas" las declaraciones del Presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, que ha elogiado el trabajo realizado por las fuerzas del orden marroquíes para tratar de evitar, en coordinación con las fuerzas de seguridad españolas, el "asalto violento" en la frontera con Melilla, y que ha llegado a calificar el episodio de "bien resuelto". Desde Podemos, "exigimos al Presidente una rectificación, pero no con palabras, sino con hechos".
Tamaña falta de sensibilidad se explica que no se justifica por la relación evidente de este episodio terrible con el giro político en cuanto a la posición española sobre los problemas latentes del Magreb. Se ha abandonado la política, asentada durante décadas, "de respaldo a la legítima reivindicación de un referéndum sobre el Sahara, sin perjuicio de procurar las mejores relaciones con todos los países de la zona", por otra que consiste en "el apoyo incondicional a las aspiraciones territoriales de Marruecos y a sus posiciones en el conflicto que mantiene este país con Argelia". Todo a cambio de "una estabilidad en la frontera sur de la OTAN, que tanto esta organización como Estados Unidos siempre han reclamado y de la que se va a hablar mucho en la cumbre de Madrid de la OTAN". Una estabilidad a toda costa, aunque el precio a pagar sean decenas de vidas humanas.
Hay que recordar, "en estos momentos más que nunca", que el control fronterizo es necesario y que es una obligación de los Estados, pero que "tiene, como límite infranqueable, el respeto a los derechos humanos".
Y en el plano de la política internacional, hay que apostar por un modelo de relaciones internacionales basado en la justicia y en la paz y no condicionado por intereses de terceros países o por estrategias de confrontación militar. En este sentido, "entendemos que se debería recuperar la posición tradicional de neutralidad en los conflictos políticos del Magreb y de respaldo a las legítimas aspiraciones del pueblo saharaui y a las resoluciones de la ONU que las respaldan".