Estamos cansados, estamos muy cansados… y muy hartos. Los jóvenes del siglo 21 no aceptamos esos roles estúpidos de tener que ser el más alto, el más guapo y el más fuerte. Y hemos decidido desterrar de nuestras vidas esa enfermiza manera de control que se empeña en que no podamos mostrar cariño en público porque se pueda considerar una debilidad.
Los jóvenes del siglo 21, que hemos nacido con las leyes de la igualdad, y que este año viviremos otra más, la tan esperada Ley Trans, no vamos a dar un paso atrás en el camino recorrido por nosotros y por los que estaban antes que nosotros.
¿En qué mente obtusa y alejada de la realidad cabía la idea de que íbamos a renunciar a la libertad? ¿Qué esperaban? ¿Qué lo hiciéramos por una falsa sensación de seguridad? ¿Por conservar un puesto de trabajo mal pagado donde no te valoran?
Hay, efectivamente, quien todavía no se ha dado cuenta de que este movimiento de vanguardia no se va a parar jamás y que, promovido por los gobiernos de izquierdas, agrupará a cada vez más sectores de la sociedad. No es que cada vez seamos más, que también, es que cada vez somos mejores, más diversos y plurales.
“Un país decente es aquel que no humilla a sus semejantes”, fue la frase que cerró el debate que nos trajo el matrimonio igualitario. Y ahora, ciudadanos de primera, las personas LGTBI nos hemos aliado con el resto de la sociedad civil para darle a las personas trans el mismo tratamiento legal, el de estar a todas luces amparadas por nuestra legislación.
Solo yo tengo derecho a definirme a mí mismo y solo yo tengo derecho a marcar el rumbo de mi vida. Solo yo tengo derecho a tomar las decisiones que afectan a mi cuerpo y a mi forma de ser. Ningún poder, ni religión, ni empresa, ni juez, ni nadie. Mi cuerpo y mi personalidad me pertenecen en exclusiva a mí.
Es cierto que vivimos un ataque frontal por parte de los que dicen que aman a España. Muy orgulloso se tiene que sentir el PP por pactar gobiernos, votos y presupuestos con aquellos que a las personas LGTBI nos quieren callados, lejos o muertos. Pues que se vayan acostumbrando a que ninguna de las tres cosas van a pasar, porque todos los jóvenes que de una u otra forma nos hemos visibilizado vamos a estar siempre en primera línea para defender que nuestro país sea un lugar donde no tener que avergonzarse por pensar y sentir diferente.
Los estándares de belleza, de competencia personal y de interacción social fueron fijados con una tabla rasa y llevan demasiado tiempo sin ser alterados. Pero ahora la belleza se mira de manera distinta; ya no se aprecia la agresividad como competencia, ahora es la colaboración lo que piden las mejores empresas, y no por tener cientos de amigos eres más reconocido, ahora importa que siempre te apoye tu familia y tus amigos. Y sí, soy un joven diferente porque, por suerte, tengo las tres cosas.
Pero no nos engañemos, tenemos mucho trabajo por delante. Porque todavía las primeras referencias que los jóvenes tenemos a la identidad LGTBI son negativas. Desde la niñez y hasta la adolescencia, las personas afrontan un proceso de conformación de la personalidad que marca con estereotipos todo aquello que debemos ser y todo lo que nos debe gustar y atraer.
Hay que seguir rebelándose contra eso y seguir cambiando los falsos estereotipos para construir una sociedad mejor, para vivir en barrios y ciudades sin miedo, para sonreír por ser quien eres, y nada más.
Buen día será aquel que no tengamos que hablar de esto. Mientras tanto mi voz, como la de miles de personas jóvenes y LGTBI seguirá alta y clara, porque amamos a nuestro país, porque amamos a nuestras familias, porque amamos la libertad… porque estamos vivos y amamos.
Noel Cánovas Férez
Secretario General de las Juventudes Socialistas de Cartagena y Secretario de Diversidad del PSOE de Cartagena.