El Cine Central, la ZAL, el acceso oeste por la autovía, el Centro de Salud del Polígono de Santa Ana, el Parque Natural de la Zona Oeste, la ampliación del Conservatorio o de los IES El Bohío y Los Molinos. A la lista de inversiones de la Comunidad Autónoma para Cartagena que promete en vano año tras año hay que sumar también la restauración de conjunto de edificios de la Casa del Niño. Hace justo un año que el consejero de Educación y Formación Profesional, Víctor Marín, y la alcaldesa de Cartagena, Noelia Arroyo, anunciaban de forma solemne y con gran felicidad la reforma integral de esta genial construcción monumental de Víctor Beltrí. Pero desde entonces no hay ni un solo avance al respecto. Ni siquiera ha sido licitado el proyecto arquitectónico y, ni mucho menos, el paso posterior de licitación de la obra. Por lo que el comienzo de los trabajos, con un coste estimado de 3 millones de euros, está lejísimo en consonancia con el resto de promesas regionales.
Y llueve sobre mojado. Hace ocho años que la entonces consejera de Cultura y actual primera edil de Cartagena, Noelia Arroyo, prometió la rehabilitación de la Casa del Niño para la ubicación del Centro Regional de Restauración que, casi una década después, sigue en el Polígono Industrial Oeste que comparten los municipios de Murcia y Alcantarilla. Después vinieron otras muchas promesas en referencia a la recuperación del inmueble modernista pero, en esta ocasión, con fines educativos ya que allí reciben clase los niños de los tres cursos de infantil del Colegio HH San Isidoro y Santa Florentina. De hecho, la peligrosidad de algunas estructuras obligó a la reubicación de grupos e incluso al cierre de la puerta de entrada y salida que utilizaban las criaturas de 3, 4 y 5 años por la calle Jabonerías.
Precisamente la insistencia pública de los padres de los alumnos para que los pequeños reciban sus clases con total seguridad y, sobre todo, una resolución de la Dirección General de Patrimonio Cultural sobre el mal estado de la parte sin uso de la edificación llevó a las autoridades regionales a retomar su interés por la restauración en noviembre del año pasado. Patrimonio Cultural fue contundente: la Comunidad Autónoma, como propietaria del monumento declarado Bien de Interés Cultural (BIC), tenía que hacer "obras urgentes" y con "carácter inmediato" que evitaran su destrucción y deterioro. Ahí es nada. Una consejería, la de Cultura, leía la cartilla a otra, la de Educación, hasta sacarle los colores. Pero aún así Cultura no intervino de oficio sino por motivo de una denuncia de la Asociación de Madres y Padres de Alumnos del colegio, auténticos valedores de la conservación del inmueble.