Desde esta semana, el balcón del Palacio Consistorial cuenta con el principal atractivo de la Isla de Pascua, un moái de color azul hinchable. Esta obra fue presentada la semana pasada en el Palacio Molina por el artista Nadín Ospina, uno de los invitados de honor de La Mar de Músicas.
Además de este moái, la ciudad portuaria cuenta con otra figura más, instalada en la terraza de la Uva Jumillana, ubicada en la calle Jara.
El significado de los moáis es aún incierto, y hay varias teorías en torno a estas estatuas. La más común de ellas es que las estatuas fueron talladas por los habitantes polinesios de las islas, entre los siglos XII, como representaciones de antepasados difuntos, de manera que proyectaran su mana (poder sobrenatural) sobre sus descendientes.Debían situarse sobre los ahus (plataformas ceremoniales) con sus rostros hacia el interior de la isla y tras encajarles unos ojos de coral o roca volcánica roja se convertían en el aringa ora (rostro vivo) de un ancestro.
NADIN OSPINA
Por su parte, el artista y escultor Nadin Ospina inauguró su exposición Tierras Colombianas, en el Palacio Molina, que recoge en figuras y cuadros figuras paradójicas, convirtiendo lo hegemónico en exótico.
Las obras de Nadín Ospina son el resultado del estado de tránito e intercambió de ideas que caracteriza a nuestra época. Su carácter híbrido remite a las QperaciOnes de resignificación que los individuos de sodedades periféricas hacen de los productos de la cultura hegemónica. Pone en evidencia el estado de constante redefinición en que se encuentran las culturas locales como consecuencia del auge de las redes de comunicación y de los intercambios económicos mundiales.
Las propuestas de Nadín Ospina aluden a un concepto de lo latinoamericano si es que éste alguna vez ha existido verdaderamente en crisis; aluden a una realidad en negociación, en la que los mitos de una Arcadia prehispánica perdida se funden con la rutilante cultura transnacional del espectáculo. Las revisiones de las figuras de Colima, las parejas copulando de la cultura Tumaco o los guerreros aztecas, todos con sus orejitas de Mickey Mouse, perfilan un escenario en el que los sujetos inmersos en campos de fuerzas :en los que lo mundial y lo lácal se repelen y se atraen, a la vez deben apropiarse de fragmentos de distintas procedencias para otorgar sentido a la realidad.
Las obras mestizas de Ospina son consecuencia de un estado de cosas en el que los sujetos incluidos los de los llamadós países occidentales deben otorgar ún nuevo significado a productos transnacionales para hacerlos conciliables con su realidád más inmediata, la realidad local. Las propuestas cel artista colombiano son la consecuencia de un mundo en el que todos hemos deveflido el otro.
Las piezas no dejan de ofrecer un .eledto paradójico, pues Nadín Ospina termiha por convertir lo hegemónico en exótico: Iconos de la cultura occidental, como los personajes de Walt Disney o Matt Groening, son equiparados a las obras de los artistas anónimos de culturas primitivas, para adquirir así un carácter otro. En las obras de Ospina las coordenadas que definen el centro y la periferia pierden su sentido.
En última instancia, las propuestas de Nadin Ospina, con todo su exotismo pop, parodian la actitud frente a lacreación periférica propia del capitalismo multicultural. La mundialización de la economía y la generalización de los intercambios ha traído consigo una aparente tolerancia frente a la diversidad; una tolerancia que, en realidad, no es tal. El capitalismo multicultural ofrece la fachada de respeto por lo distinto, en la que se celebra el mestizaje, la diversidad de usos culturales y la. diferencia. Sin embargo, esta. tolerancia tiene sus límites: la alteridad será aceptada e, incluso, celebrada, siempre y cuando no ponga en cuestión la economía de mercado, la democracia liberal y los valores éticos del capitalismo mundial. Al tiempo que se celebran las músicas mestizas, la comida exótica, las modas híbridas que, en el fondo, otorg an un mayor vigor a la sociedad de consumo se condenan los fundamentalismos políticos y religiosos, como el islamismo:, que ponen en cuestión las estructuras políticas y económicas de Occidente.
De forma paródica, las esculturas de Nadín Ospina aluden al exotismo que tanto ensalza el capitalismo tardío: el de una alteridad domesticada, que lejos de provocar temor, llega a causar cierta admiración. Es un exotismo deseable, despojado de su esencia, y que no pone en cuestión la preeminencia capitalismo y su ideología. Es una alteridad, que no genera conflictos, en la que todos, ya seamos morenos, negros o amarillos, nos parecemos enormemente a Mickey o a Bart Simpsón.
Nadin Ospina (Bogotá, 1960) es uno de los artistas colombianos con más proyección internacional. Su obra se ha exhibido en eventos como las Bienales de Sao Paulo, La Habana, Lyon y Venecia. Ganó el Salón Nacional de Artistas y la Beca de la Fundación Guggenheim de Nueva York. Es un artista pop, cuyo arte fusiona fórmas precolombinas con figuras como Mickey Mouse y los Simpson. Nadín Ospina es un artista colombiano de la contemporaneidad, a través de su trabajo de mas de 20 años de dedicación persistente ha recorrido muy diversos campos de experimentación, desde las instalaciones multimediales a la pintura y la escultura en diversos procedimiento. Su interés en los procesos culturales y sus problemáticas le han llevado a producir una obra abiertamente crítica y cüestionadora. Su actitud artística respaldada por una rotunda producción matérica le ubican como uno de los artistas colombianos más reconocidos de su generación. Es un atropófago cultural. La idea de antropagia cultural fue planteada por el poeta brasileño Oswald de Andrade en un manifiesto de 1928. Setenta y dos años después, el asunto no ha perdido vigencia. En teoría, consiste básicamente en devorar culturas lejanas, incluso ajenas, para volverlas carne y sangre del espíritu.
El horario de visita para ver las exposiciones será de martes a sábado de 10:30 a 13:30 horas y de 18:30 a 20:30 horas.