Anoche, el Auditorio Municipal de Calasparra fue testigo de una representación memorable de "Juicio a una zorra", la poderosa obra de Miguel del Arco.
Una historia nunca es la misma dependiendo de quién la cuente. En el caso de las mujeres en la historia de la literatura, este hecho se vuelve mucho más sobresaliente. Muchas de aquellas que no se amoldan al modelo de mujer que se espera de su época han sido tachadas de "mujeres terribles": desde Medusa hasta las protagonistas de "Las criadas" de Jean Genet, hombres que amaban poco a las mujeres han usado su escritura para privarles de autonomía ficcional. Ellos cuentan en el lugar de ellas su relato y, en muchas ocasiones, les privan de una defensa digna por sus acciones. "Juicio a una zorra" recuperó la historia de una de las mujeres terribles más famosas en la historia de la literatura y, durante una hora, le dio voz sin censura, cruda, sincera y emotivamente. Tras siglos de permanecer en la memoria colectiva como el máximo exponente de mujer vergonzosa, esta obra la digna y, por fin, hizo cambiar de bando el relato.
Gloria López Buendía brilló con luz propia al dar vida una Helena compleja, alejada del mito superficial para mostrar a una mujer cargada de ira, tristeza y verdad. Su voz, profunda y modulada, llenó cada rincón del Auditorio, llevando a los asistentes a recorrer junto a ella las heridas de una figura histórica condenada por los juicios de género. El trabajo corporal de López Buendía destacó especialmente, pues cada gesto y movimiento parecía cuidadosamente diseñado para transmitir tanto fragilidad como fuerza.
El monólogo, que exige una capacidad interpretativa excepcional, fue entregado con una energía y precisión que hicieron que los 70 minutos de la obra pasaran volando. La actriz logró establecer un vínculo íntimo con el público, invitándolo a compartir la vulnerabilidad del personaje y su necesidad de reivindicación.
El texto, y la interpretación de Gloria, alternaron momentos de gran carga dramática, con momentos que, más allá de la ironía, produjeron alguna carcajada, pero la Helena que deja huella es la que nos muestra desazón, desesperación y angustia, en ese registro estuvo formidable.
Es imposible no resaltar la conexión especial que se sintió en la sala con un fuerte aplauso que duró varios minutos. La obra contó con la magistral dirección de Antonia Martínez y José Ángel Moya; una experiencia que removió conciencias y humanizó los mitos y, en esta ocasión, con la actriz calasparreña Gloria López Buendía al frente, se convirtió en un auténtico regalo para los espectadores. Sin duda, una obra inolvidable.