Totana

Un cartero con mucho arte. Tony Cánovas Valenzuela

Me lo presentó un día en Murcia su cuñado Martín y me gustó. Era un tipo grande, con un enorme vozarrón, grande en simpatía y agudeza con el que se podía pasar un rato agradable, coincidíamos con frecuencia y sin darnos cuenta nos hicimos amigos de toda una vida. Luego, el azar hizo que yo viniera a vivir a Totana donde lo veía algunos fines de semana hasta su jubilación en que se quedó definitivamente aquí.

Aunque se le conocía como Tony se llamaba en realidad Juan Antonio Cánovas Valenzuela, que vino al mundo en Totana el 5 de junio de 1938, hijo de un excelente artista de la madera llamado Juan Antonio Cánovas Rosa, en cuyo taller de la calle Álamo empezó a trabajar de joven, y donde aprendió perfectamente las técnicas del trabajo con la madera, como luego demostraría con sus obras.

Fue llamado a filas por el ejército para cumplir el Servicio Militar Obligatorio en Cartagena, pero su espíritu aventurero lo llevó a marcharse a la Brigada Paracaidista del Ejército de Tierra donde acabó este periodo. Acabada la llamada mili decidió marchar a Barcelona donde trabajó como carpintero en diferentes talleres, pero añoraba su Totana y regresó con la clara intención de opositar a Correos, oposición que ganó y fue destinado a Las Palmas de Gran Canaria 

Se casó con el amor de su vida, Josefina Sánchez Jiménez, que trabajaba en Telefónica, pidiendo el traslado con su esposo y allí permanecieron unos años, que Tony aprovechó para acabar el Bachillerato. Logró el traslado a Murcia y allí instalaron su vivienda en el hermoso y popular barrio de San Antolín, muy cerca de la Taberna de Luis el de la Rosario, próximo a donde vivía yo.

En los ratos libres del trabajo dedicó muchas horas e infinita paciencia en su taller de la calle Ceferino a hacer una labor que le encantaba y cuya obra permanece, tallar madera con martillo y gubia, sin que tuviera aprendizaje escultórico alguno, pero sí un perfecto conocimiento de la madera y las herramientas para trabajarla, sumando a ello una paciencia sin límites, algo difícil de entender siendo un hombre superactivo.

Recordaré siempre la magnífica exposición de muchas de sus obras que hizo en el gran salón central del edificio de Correos, que contó con una nutrida asistencia, en la que nos asombramos todos de la perfección de sus tallas con las proporciones perfectas a pesar de no ser un gran dibujante. Recuerdo que los comentarios eran todos elogiosos sobre el excelente trabajo de Tony.

Se compró una parcela serrana en Totana y se hizo un pequeño taller donde realizó maravillas en muebles como un perfecto ebanista. Pero no un ebanista cualquiera, pues manejaba la taracea, el arte de incrustar maderas nobilísimas en muebles de diseño clásico. He visto sus bargueños con incrustaciones de ébano, sus mesas taraceadas para sus hijos, pues cada obra de este tipo la hacía por triplicado para que tuvieran una cada uno de ellos.

Un artista genial al que la enfermedad lo venció, también pudo con aquel fortachón con alma de verdadero artista y un día de Año Nuevo de 2020 se marchó a la Eternidad para contarles chistes a los ángeles, dejando una profunda huella en los que lo conocimos. 

Juan Ruiz García

Exposición en el gran salón central del edificio de Correos / El Guernica pirograbado
El Guernica tallado en madera
Bargueño
Brigada Paracaidista del Ejército de Tierra

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